Las personas.

Gracias por haber querido entrar en el mundo de los seres individuales dotados de vida y sensibilidad.

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miércoles, 23 de septiembre de 2009

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Con el cielo gris a causa de las nubes y una leve lluvia que a penas mojaba el suelo, bajo la luz de una farola de las calles de Madrid y con cientos de personas desconocidas a su alrededor, yendo de un lado para otro, se decidió a dar el gran paso. Sus rodillas temblaban por culpa de los nervios y su corazón podía escucharse latir desde bien lejos, pero estaba convencida, iba a hacerlo. Mientras él la miraba fijamente, con ese brillo especial en los ojos, ella introdujo su mano en el bolsillo de la chaqueta y rebuscó, finalmente sacó un papel doblado por la mitad, extendió la mano y se lo ofreció al chico. Él la miró extrañado, no se esperaba algo así, pero aunque no sabía muy bien de qué se trataba, agarró el papel con fuerza y ella dejó que lo cogiera.
-Me voy -dijo ella con la voz algo temblorosa.
-¿Tan pronto? -volvió a mirarla extrañado, esta vez con un punto de tristeza en sus preciosos ojos verdes.
-Sí, me esperan en casa y...
-¿No puedes quedarte más? -no dejó que ella terminase la frase.
-No, es que está lloviendo y... bueno, tengo que estudiar...
-Está bien, pero al menos espera hasta que lea la nota. -dijo mientras la desdoblaba.
-¡No! No... leela cuando yo no esté, esta noche me llamas o... me mandas un mail... no sé, lo que quieras. -dijo mientras se perdía entre la gente.

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